Vapear es más común que fumar cigarrillos tradicionales entre la población escolar
02/04/2025 0:00:00
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Vapear es más común que fumar cigarrillos tradicionales entre la población escolar Uno de los datos más positidel último Estudio Navos entre los resultados cional de Drogas en Población Escolar, dado a conocer por Senda, ha sido la baja en el consumo de tabaco. Según datos de las últimas dos décadas, el porcentaje de alumnos de 8º básico a 4º medio que dijo fumar tabaco a diario pasó de 15,3% a solo 1,3%. En tanto, el 9,6% afirmó haber fumado en el último mes. Sin embargo, advierten expertos, esas cifras pasan por alto una realidad que se ha vuelto más frecuente y que estiman urgente visibilizar: el consumo de cigarrillos electrónicos en esta población es cada vez más común, con potenciales efectos negativos en su salud. La diferencia principal entre los cigarrillos electrónicos y los tradicionales es que los primeros no tienen tabaco, aunque sí pueden llevar nicotina y otras sustancias dañinas. Según el sondeo de Senda, que se realiza cada dos años, los datos de 2023 (correspondientes al último estudio) muestran que el 8,6% de los alumnos reconoce haber utilizado un cigarrillo electrónico en el último mes. El dato comenzó a ser medido por Senda en 2015 (entonces fue 11,6%) y desde entonces se ha mantenido en rangos similares: 8,5% en 2017, 11,1% en 2019 y 8,7% en 2021. Aun cuando no se puede establecer que los escolares estén cambiando un hábito por otro, para Carlos Ibáñez, académico del Departamento de Psiquiatría y Salud Mental de la Facultad de Medicina de la U. de Chile, y del Centro de Estudio de Adicciones (Cesa), del mismo plantel, “la información de que disponemos muestra que el consumo de vapeadores se mantiene alto y tuvo una baja ducado el año pasado por la OMS —hecho por la U. de Glasgow (Reino Unido) entre jóvenes de 13 a15 años de países europeos, asiáticos y Canadá— concluyó que el 32% de los jóvenes de 15 años ha probado los vapeadores, frente al 15% de quienes han consumido tabaco convencional. Asimismo, el 11% de los niños de 13 años en ese estudio informó haber fumado un cigarrillo tradicional alguna vez, en comparación con el 16% que reconoció haber usado un cigarrillo electrónico. Diferentes efectos “Es un tema que preocupa”, advierte Lidia Amarales, directora de la Fundación Respira Libre, miembro de la Mesa Tabaco o Salud (que reúne a diferentes organismos para combatir el consumo de tabaco) y exsubsecretaria de Salud Pública. “Las investigaciones muestran que la publicidad de los cigarrillos electrónicos está orientada a los jóvenes y hay una baja percepción de riesgo, pese a que la evidencia muestra que estos dispositivos producen daño”. De hecho, el mercado se apoya principalmente en consumidores jóvenes: en países como EE.UU., mientras que el 14,2% de los alumnos de secundaria utiliza estos dispositivos al menos una vez al mes, apenas el 4,5% de los adultos hace lo mismo. Es decir, alertan los expertos, su masificación se apoya en una población más vulnerable a sus potenciales impactos, que incluyen la adicción, efectos cancerígenos y problemas neurológicos, entre otros. “Las concentraciones de nicotina pueden llegar hasta 45 mg, muy por sobre los 8 mg que tiene un cigarrillo tradicional”, dice Amarales. Además, el vapeo puede generar problemas de concentración, irritabilidad, insomnio y dificultades en el aprendizaje. “Pueden ser muy adictivos, sobre todo si se utilizan con nicotina; elevan el riesgo de trastornos cardíacos y pulmonares. Y considerando que el cerebro aún está en desarrollo a esa edad, se puede asociar a problemas de aprendizaje”, detalla Cristina Pierry, broncopulmonar infantil de Clínica Alemana. Otro efecto negativo, aunque mucho menos frecuente, es un síndrome conocido como Evali, “que es una enfermedad pulmonar grave, en la que el paciente puede sufrir una insuficiencia respiratoria aguda y requerir soporte vital”, cuenta la especialista. En el país se ha conocido un par de casos en gente joven. “Falta mayor conciencia sobre los riesgos asociados al vapeo”, enfatiza Pierry. El gran problema sobre los efectos del vapeo, agrega Ibáñez, “es que aún se conoce poco sobre qué ocurre a largo plazo. La mayoría de los efectos conocidos son principalmente agudos, pero no sabemos qué pasará a futuro. Esto se ofrece como una alternativa segura para consumir, pero tiene un efecto psicoactivo y adictivo”. En el país existe un proyecto de ley para regular su consumo que ya fue aprobado en el Congreso, “pero que sufrió modificaciones, y frente al cual tenemos la intención de presentar un nuevo proyecto”, dice Amarales. La idea original, agrega, es que sea una normativa similar a la que se utiliza frente al tabaco tradicional y que ha demostrado ser útil para frenar su consumo. Ibáñez cuenta que desde la academia ya se sugirieron algunas modificaciones, para que sean incorporadas en el reglamento que debe elaborar el Ministerio de Salud para implementar la ley. PA rante la pandemia, tal como ocurrió con otras sustancias”. Según un estudio realizado por dicha universidad, pero en estudiantes de 2º medio de seis colegios de la Región Metropolitana, el porcentaje que dijo haber vapeado en el último mes pasó de 19% en 2018 a 5% en 2020, para luego subir a 17% en 2022. Aquel año, el 14% fumó un cigarrillo tradicional en igual período. Esto, para Ibáñez, es una muestra de que el vapeo está superando el consumo de tabaco entre los jóvenes y adolescentes. El mismo fenómeno se da en otras latitudes. Un sondeo publiEl consumo de tabaco en este segmento ha disminuido en el país:.